Luces y sombras de la democracia boliviana ininterrumpida

El 10 de octubre de 1982, Bolivia vivía una de las jornadas más intensas de su historia republicana. Ese día se clausuraba una época histórica y se inauguraba otra muy diferente, la que hoy llega a sus 30 años de vigencia ininterrumpida.

Tan importante transición se plasmó en un acto cargado de simbolismo cuando el Gral. Guido Vildoso Calderón, el último presidente militar, puso la conducción del país en manos del Dr. Hernán Siles Zuazo, ganador de tres elecciones consecutivas. A través de ese acto, los militares renunciaron —esperemos que definitivamente— a intervenir en la vida política nacional y se dejó en manos de la ciudadanía, a través de sus organizaciones e instituciones democráticas, la tarea de administrar los asuntos del país.

Tres décadas de ejercicio ininterrumpido de la democracia —el período más largo de nuestra historia republicana— es de por sí algo digno de conmemoración porque es el más fiel reflejo de la firmeza con que toda una sociedad ha decidido renunciar a las vías de hecho para dirimir sus naturales disputas, optando más bien por sujetar sus actos a los límites que imponen las instituciones, las leyes y las normas inherentes a la convivencia democrática.

El resultado de tan sabia decisión colectiva y de la perseverancia con que se la ha mantenido a lo largo de los años es algo de lo que todos podemos sentirnos orgullosos. 30 años consecutivos de gobiernos constitucionales y transmisiones de mando pacíficas, sin que en ningún momento se haya roto el hilo constitucional pese a las muy dramáticas circunstancias en las que se produjeron algunas de ellas, son la más clara prueba de lo dicho.

Historia de BoliviaMás importante aún que las manifestaciones formales de la vigencia de la institucionalidad democrática, es que ésta estuvo siempre acompañada por la plena vigencia de los principios y valores en los que se sustenta y que dan sentido a la democracia como forma de gobierno y convivencia ciudadana. Acciones que hasta entonces fueron muy comunes, como la persecución, el confinamiento, el exilio, la tortura, y en muchos casos el asesinato de adversarios políticos, fueron eliminadas de la práctica política y ningún gobierno, ni en los momentos más difíciles, se atrevió a desafiar la decisión de todo el país de impedir que vuelvan a producirse los abusos de poder tan comunes en otras etapas de nuestra historia.

El camino de la democracia

Llegar a tal resultado no ha sido fácil. El camino recorrido no ha estado libre de grandes escollos, no son pocos los errores cometidos ni los traspiés que en más de una ocasión estuvieron a punto de hacernos reincidir en las prácticas más deplorables.

Sin embargo, lo que en verdad importa, lo que al final de cuentas arroja un saldo ampliamente positivo en el balance histórico, es que aun a pesar de que no fueron pocos los extravíos y desaciertos, hemos logrado consolidar las principales instituciones republicanas. Durante las tres últimas décadas, de manera paulatina pero sostenida, se han ido superando las exclusiones sociales, ampliando y perfeccionando la participación ciudadana y, a través de un permanente aprendizaje colectivo, hemos hecho nuestros los valores inherentes a la tolerancia, el respeto mutuo y la convivencia pacífica. En resumen, durante los últimos 30 años hemos hecho un mejor país.

Una de las más elocuentes pruebas de lo exitoso que fue ese proceso es que ahora Bolivia es gobernada por un representante de los sectores sociales que durante toda nuestra historia habían sido marginados. Fue gracias a la democracia, a sus procedimientos y sus instituciones, y aun a pesar de quienes hubieran querido evitarlo, que el Movimiento Al Socialismo logró ganar limpiamente y por amplio margen varios procesos electorales, triunfos que siempre fueron reconocidos y respetados aunque no fueran del agrado de todos.

Su inmensurable aporte

Reconocer esa realidad, asumir el presente como parte de una continuidad histórica que tiene su origen en el 10 de octubre de 1982 y se proyecta hacia el incierto futuro, es la mejor forma de conmemorar. Y al hacerlo, no se puede dejar de recordar y rendir un justo homenaje a quienes ante el desafío de sentar las bases de la democracia no escatimaron sus aportes.

Además de los líderes históricos protagonistas de la Revolución Nacional que dejaron la posta en manos de nuevas generaciones, o de líderes como Marcelo Quiroga Santa Cruz que cayeron sin llegar a ver los frutos de su lucha, se debe recordar a dirigentes sindicales y políticos militantes del Partido Comunista como Jorge Kolle o Simón Reyes; Antonio Araníbar, Jaime Paz y Óscar Eid, que expresaron a toda la generación del MIR que optó por la legalidad democrática renunciando a cualquier otro medio de acción política. Tampoco deben ser olvidados líderes como Max Fernández o Carlos Palenque y con ellos debemos recordar a todos quienes, de un modo u otro, muchas veces desde el anonimato, contribuyeron a que hoy Bolivia conmemore 30 años de democracia ininterrumpida.

“Durante las tres últimas décadas, de manera paulatina pero sostenida, se han ido superando las exclusiones sociales, ampliando y perfeccionando la participación ciudadana”.

Los contrastes

J Las primeras debilidades que durante tres décadas ensombrecieron nuestra democracia comenzaron a hacerse notar desde las primeras horas del 10 de octubre de 1982. Rivalidades personales, disputas entre camarillas partidarias y discrepancias programáticas, y todo tipo de mezquindades y ambiciones comenzaron a socavar las bases del nuevo régimen y no dejarían de realizar su labor disociadora hasta ocasionar su más severa crisis, entre 2002 y 2006.

J Hubo en contraste, también abundantes luces que, aunque injustamente olvidadas, fueron las suficientes no sólo para neutralizar las sombras sino, como ahora se ve, para a la larga imponerse sobre ellas. Actos de renunciamiento y generosidad muchos de ellos anónimos, hicieron posible el positivo balance final.

ELECCIONES

• Brigada cochabambina

J La Brigada Parlamentaria de Cochabamba  estuvo conformada por los senadores Fernando Baptista Gumucio y Alfonso Camacho de la Unión Democrática Popular (UDP) y Mario Rolón Anaya por Acción Democrática Nacional (ADN).

J Los diputados de la UDP fueron Gualberto Claure, Alfonso Ferrufino, Ramiro Barrenechea, Feliciano Montoya, Oscar Vega y Amalia Decker.  Asimismo, Franz Ondarza Linares, Eudoro Galindo, Walter Soriano y Guido Camacho por ADN, Fanor Vega, Gonzalo Sánchez de Lozada  y Hugo Pérez Claros por el MNR y Marcelo Quiroga Santa Cruz y Jaime Taborga por el PS-1, Walter Guevara Arze  por el PRA, Osvaldo Maldonado por Nueva Alternativa  y Fernando Ferrel  Lobo por el MNR-U.

ESCRUTINIO

• Votación en el país

J En Cochabamba hubo 221.246 votos escrutados, de los 1.441.115 que hubo en el país. 36.073 fueron para ADN, 24.565 para PS-1, 4.067 para PUB, 14.191 para el PRA, 4.793 para el MNRU, 60.704 para la UDP, 10.600 para el PRINA, 4.193 para FAR ,  42.528 para FSB, para el MNR 9.751, para el MITK-1 4.936, para el AFIN 1.415.

J A nivel nacional, la UDP obtuvo 488.570 votos en el país,  214.103 para ADN, 260.220 para MNR , 110.756  para el PS1 . Éstas fueron las principales fuerzas políticas de la época.

J En La Paz votaron 550.590 personas, en Cochabamba 221.246, en Santa Cruz 225.227, en Potosí 145.209, en Oruro 109.920, en Tarija 63.902, en Beni 38.608, en Beni  7.061 y en Chuquisaca 79.705.// Los Tiempos

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